La felicidad, en una gota de agua

Una gota de agua, no la de un vaso ni la de una piscina, sino la que cae de un ojo. Esa gota de agua que, en mitad de una excelente película argentina, se desliza por una cara sonriente con ganas de abrazar.

A veces, todas las palabras hermosas que pueden salir de una boca, todos los gestos risueños que es capaz de articular una cara y todas las novelas valiosas que pueden escribirse se concentran en una sola y única lágrima que se desliza por una cara tan bonita, tan real y tan pura que resulta imposible de creer.

Uno se aferra a la cara que mantiene esa lágrima y piensa en un susurro breve pero tan, tan intenso. A veces llorar sólo puede ser síntoma de alegría, de felicidad, de un Darín que se enamora de por vida de un nombre propio y acaba en un sofá, buscando labios y corazones que laten deprisa. Muy deprisa. 

Esta noche tengo sed, y por más que bebo no encuentro la felicidad, aquella que dejé en una gota de agua. 

Agua…Jarabe de Palo

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